Por: Daniela Téllez

Escribo estas líneas a una semana del Día de la Mujer{1}, y mientras sigue en discusión la despenalización legal del aborto en Quintana Roo, México{2}. Llevo varios días mirando el revuelo que esta discusión ha causado en los medios de comunicación y cómo es que las compas quintanarroenses, imparables, se movilizan en redes, en las calles, hacen guardias en el congreso, hacen arte, generan los espacios seguros para hablar del tema…

Mientras, los grupos antiderechos hostigan a las compañeras quintanarroenses durante su protesta{3}, llegó a haber movilización policiaca para reprimir a las activistas{4}, e incluso, hace unos meses, hubo un grupo religioso intentando incendiar la casa de una de ellas{5}.

Ante este escenario tan repleto de violencia me quedo pensando hasta qué punto ha resultado efectivo hablar únicamente de derechos y leyes, las cuales se siguen viendo como algo en proceso, en un horizonte lejano, casi inalcanzable. Además, a ese horizonte se le adjudica la magia, que de cumplirse, erradica todas las violencias, discriminaciones y señalamientos a los que las mujeres y otras personas con capacidad gestante llegamos a experimentar al momento de decidir interrumpir un embarazo. Todo esto, pese a que la evidencia demuestra que en todos aquellos países con contextos de despenalización legal del aborto, hay aún presencia de grupos conservadores que acosan, persiguen e instigan a quienes acuden a recibir servicios a las clínicas{6}, y que, al interior de estas, persiste personal de salud poco capacitado y sensibilizado para brindar un servicio cálido y empático{7}.

Miro estas discusiones en los congresos nacionales en torno a la interrupción legal del embarazo y con tristeza y frustración observo que el debate sigue girando en torno a los fundamentalismos, carentes de evidencia científica{8}, e incluso aquellxs que están a favor, ofrecen argumentos endebles que no alcanzan a sustentar la vivencia del aborto como lo que es: un proceso gineco-obstétrico sencillo{9}altamente seguro{10} y sumamente común{11} en la vida sexual y reproductiva de las mujeres; pero sobre todo, no alcanzan la contundencia ni están a la altura de la experiencia abortera del aquí y el ahora de miles y miles de personas que a diario tomamos la decisión de abortar.

¿Hasta qué punto se debe hablar de leyes cuando hablamos de aborto?

Y es que, los abortos se viven en todos los lugares y momentos, sin importar si es legal o no. Las mujeres y otras personas con capacidad de abortar, buscamos vivir nuestras decisiones de manera cotidiana. Muchas de nosotras, tenemos la posibilidad de investigar, indagar y preguntar con nuestrxs amigxs y conocidxs sobre los mejores métodos para no poner en riesgo nuestra salud. Nuestras experiencias van de boca en boca y construyen nuevas posibilidades para todxs.

Desafortunadamente, también es cierto que una parte considerable de personas que buscamos opciones para interrumpir un embarazo que no desemos o no podemos continuar, hemos caído en manos de oportunistas que se aprovechan de nuestro estado de vulnerabilidad, de la falta de información y del estigma que recae en quienes necesitamos de un aborto, para atentar contra nuestra salud y nuestra vida.

Por ello, es más que necesario hablar de todxs lxs proveedores de aborto profesionales, de las colectivas de acompañantes/socorristas/doulas de aborto y de las organizaciones alrededor del mundo (como howtouseabortionpill.org y safe2choose.org) que están ahí para acercarnos información segura, gratuita y laica, de forma amorosa, actualizada y sin prejuicios para que podamos vivir nuestro derecho a decidir. Sin lugar a dudas, siempre habrá una acompañante cerca de ti para proporcionarte la información que necesitas.

Porque sí, amigxs, la ciencia médica ha evolucionado y seguirá evolucionando. Los abortos son posibles, son seguros, son normales y todo el mundo debería saberlo y entenderlo. Todo el mundo debería comenzar a escuchar a las personas que, a su alrededor, hemos abortado, y que estamos cómodas y felices con la decisión que tomamos porque era lo mejor para ese momento de nuestras vidas.

El mundo debería prestarle oídos a nuestras historias después de haber decidido abortar, a cómo cumplimos nuestras metas, cómo salimos de relaciones violentas o de cómo nos hizo darnos cuenta de que esa relación no era tan positiva como creíamos que era. Incluso, de cómo fue la primera decisión que tomamos por nosotrxs mismxs por primera vez en la vida, lo cual nos abrió un mundo de posibilidades y hoy día nos hizo más seguras y resueltas sobre nuestras decisiones. Historias del cómo decidir abortar embarazos que no podíamos y/o no queríamos continuar nos hizo ver que no está mal amarnos y priorizarnos por sobre las expectativas de todos los demás, porque solo nosotrxs, somos lxs expertxs en nuestras propias vidas.

Hablar con nuestras abuelas, madres, hermanas de aborto es primordial

Es urgente hablar de abortos. De cómo los hemos vivido quienes hemos pasado por uno, o por varios. Es necesario hablarlo con nuestras abuelas, madres, primas, hermanas, amigas, parejas y el mundo entero, porque solo sacando a los abortos del clóset es como podremos dejar en claro que las personas que abortamos estamos aquí con vida, que no estamos solxs y que seguimos existiendo y resistiendo pese a todos aquellos grupos que pretenden negarnos, como pretexto para alejar a otrxs de vivir su derecho a decidir sobre sus cuerpos.

No olvidemos nunca, que más allá de la despenalización legal de aborto, es indispensable accionar por su desmitificación, dignificación y normalización para lograr también una despenalización social y asi poder alcanzar su despenalización total. Sólo así podremos sacar del miedo y la soledad a todas aquellas personas que necesitaron, necesitan y necesitarán abortar. Sólo así será más sencillo acceder a información real, segura y sin prejuicios que nos permita saber que el mundo no se acaba cuando estamos atravesando un embarazo no deseado y/o planeado, las opciones existen, y muchas otras personas antes que nosotras las han elegido y las seguirán eligiendo, ojalá cada vez más, en mayor plenitud y libertad.

Bio de la persona autora: Daniela Téllez es consultora latinoamericana para Women First Digital. Tiene tres grandes pasiones en la vida: acompañar a personas en situación de aborto, su esposa y su bulldog inglés.